Los girasoles ciegos



Un capitán del ejército de Franco que, el mismo día de la Victoria, renuncia a ganar la guerra; un niño poeta que huye asustado con su compañera niña embarazada y vive una historia vertiginosa de madurez y muerte en el breve plazo de unos meses; un preso en la cárcel de Porlier que se niega a vivir en la impostura para que el verdugo pueda ser calificado de verdugo; por último, un diácono rijoso que enmascara su lascivia tras el fascismo apostólico que reclama la sangre purificadora del vencido. Son historias de los tiempos del silencio, cuando daba miedo que alguien supiera que sabías. Cuatro historias, sutilmente engarzadas entre sí, contadas desde el mismo lenguaje pero con los estilos propios de narradores distintos que van perfilando la verdadera protagonista de esta narración: la derrota.



Los girasoles ciegos
por Alberto Méndez

Premio Nacional de Literatura 2005, Premio de la Crítica 2005, Premio Setenil 2004.

Editorial Anagrama
Narrativas hispánicas
Edición 2006

Nota 1: Este libro me recordó las intrahistorias de una época que se ha intentado diluir en un mar de normalidad y que me llevó a la anterior lectura de El colibrí blanco de Esteban Gutierrez Gómez.

Nota 2: Anteriormente leí Odas de Ricardo Reis de Fernando Pessoa.

Luis Alberto Spinetta


Buenos Aires, 23 de enero de 1950 - 8 de febrero de 2012

Músico referente de un estilo,
banda sonora de una generación.

Cuando vuelve la pantera

Sentir el calor del hogar imperturbable siempre a la misma hora. Recostado en el sofá, el tiempo adquiere una percepción distinta buscando entre las páginas, tantas veces escritas, las instrucciones del encuentro. Cansada, pero con una sonrisa, irrumpe en mi salón y su palidez se ve borrada por el Technicolor de mi vieja Grundig. Se acercará embriagándome con su aroma de olvido, de pierde-el-recuerdo del día, y luego de dejar las llaves en la bandeja de cristal con motivos Gaudisianos, desenbainará de sus labios su más mortífera arma blanca de la que recibiré, agradecido, la puñalada.

Aparecerá en la pantalla y a mi lado, de rosa o carne y hueso, en mis fantasías y en mi realidad, haciéndome recuperar cada noche el significado de la palabra vida. Porque cuando vuelve la pantera sí deseo la eternidad.

NOTA: este pequeño relato lleva como condición utilizar la frase del título del post. es un pequeño juego/concurso que realizan en Los diablos azules las noches de los miércoles en la jam de relatos.

En la cara

Al igual que el árbitro se reía en la cara de Casillas el pasado miércoles antes sus protestas, así siento que los políticos como Camps, los que sientan a los azotes que hacen daño en el banquillo de los acusados (aplaudidos fuera de nuestras fronteras y que durante los años que investigó otro tipo de crímenes también por los políticos que hoy sientan ahí a este hombre) y al nuevo gobierno y sus portavoces autonómicos, así siento, como ciudadano, que se ríen de mí. Como la diputada que no contenta con percibir remuneraciones por 12 cargos públicos utiliza las tarjetas de la diputación para sesiones de belleza que no producen resultado alguno, al menos a la vista.

Es llamativo que todos se expongan a la opinión pública sin el más mínimo sonrojo. Y más llamativo aún, que la ciudadanía agache la cabeza y no alce la voz. Los movimientos que consiguieron mostrar el malestar general de una población harta -aunque visto lo visto igual no tanto- se diluyen entre los adoquines y la pereza de volverse a mover y remover los cimientos deja de nuevo en silencio las calles. Ahora, para todo, el cemento está seco y es más duro y difícil de quebrar.

Dice mi madre que sólo critico a una facción ideológica, pero con la otra siendo un intento de lo que puede ser -no por ello una solución- y centrada en solucionar y ordenar primero su organización, ésta, que gobierna absolutamente todo, tiende a ser más proclive a las malas acciones. Y sí, es más cobarde realizar la crítica por ser más sencillo lanzar las piedras, pero no por fácil debemos darle la espalda al problema.

Al final, todo esto deja un poso que remover: Peor que la crisis financiera y sus consecuencias económicas es la crisis moral.